Solo pensarlo... me daba pánico. Así que no dije nada a nadie.
Esperé... esperé lo suficiente y un poco más, para cerciorarme de que aquello que me estaba ocurriendo era cierto.
El día en que todo comenzó a girar, subí a la planta de arriba, a aquel ático donde guardamos lo innecesario que nos da pena tirar.
Me senté en una de aquellas cinco butacas, de las cuales hace meses dije llena de energía: "No, no las tiréis, las restauraré y las pondremos el las habitaciones" ( Cuando pasado el tiempo no volví a mirarlas, Javichu las subió al desván y cada vez que me las encontraba, notaba como me miraban con el despecho que produce el abandono... )
Pero en aquel momento, en el que me senté justo antes de entrar en un estado de ansiedad que no sentía desde hacía mucho tiempo, las pobres sillas se apiadaron de mí y me acogieron como a un alma en pena.
"No puede ser" y rememoré aquel acontecimiento, hace años en una clínica del centro de la ciudad, donde me dijeron que nunca se sabía, pero que era muy improbable que aquello volviera a sucederme.
Encendí un cigarro y me lo fumé apasionadamente. Sabía que en los próximos meses... lo iba a echar de menos.
Y es que en mi estado... debía ir pensando a quien regalar mis paquetes de Malboro Light.
Esperé... esperé lo suficiente y un poco más, para cerciorarme de que aquello que me estaba ocurriendo era cierto.
El día en que todo comenzó a girar, subí a la planta de arriba, a aquel ático donde guardamos lo innecesario que nos da pena tirar.
Me senté en una de aquellas cinco butacas, de las cuales hace meses dije llena de energía: "No, no las tiréis, las restauraré y las pondremos el las habitaciones" ( Cuando pasado el tiempo no volví a mirarlas, Javichu las subió al desván y cada vez que me las encontraba, notaba como me miraban con el despecho que produce el abandono... )
Pero en aquel momento, en el que me senté justo antes de entrar en un estado de ansiedad que no sentía desde hacía mucho tiempo, las pobres sillas se apiadaron de mí y me acogieron como a un alma en pena.
"No puede ser" y rememoré aquel acontecimiento, hace años en una clínica del centro de la ciudad, donde me dijeron que nunca se sabía, pero que era muy improbable que aquello volviera a sucederme.
Encendí un cigarro y me lo fumé apasionadamente. Sabía que en los próximos meses... lo iba a echar de menos.
Y es que en mi estado... debía ir pensando a quien regalar mis paquetes de Malboro Light.