No debo estar muy acostumbrada a que me cuiden, porque desde que estrené estado de buena esperanza, la gente que me rodea me trata como si fuera de porcelana china... algo que consigue intimidarme mucho mas que halagarme...
El Doctor Egoiste, se ha convertido en mi nutricionista personal.
Lucilda es su ayudante number one.
Fabiana, mi estilista.
Javichu mi entrenador personal.
Y Marcia.... Marcia se ha empeñado en adquirir poco a poco toda la ropa de bebé de todas las tiendas del mundo, así que cada vez que viene me trae bolsas con diminutas prendas, calzado y bodys con mensajes tipo "Soy la nena de papá"... cuando realmente, nos ha salido un bebé muy pudoroso y a día de hoy aún no podemos dilucidar el nombre del nuevo miembro del clan.
Sigo haciendo vida normal... no soy una extraterrestre... y aunque mis formas se han desdibujado, mis tobillos protestan si no calzo zapatos cómodos y mi delantera no tiene nada que envidiar a la de Dolly Parton, sigo atareada desde la mañana hasta la noche.
En los momentos de relajo... y cuando nadie me ve, hablo en voz bajita al duende que habita en mi tripa y le cuento cosas nuestras... porque siento que estos meses son solo nuestros y podría decir que hasta siento sus sensaciones... pero en esto, no me hago ni caso a mí misma, porque me conozco y soy muy fantasiosa... y no creo que un individuo que aún no sabe ni donde está, divague sobre su vida y sus emociones.
A veces siento mucho miedo... y aunque todo me parece un sueño... se me eriza la piel... Supongo que es el precio que se ha de pagar por vivir en Happyland.